Son muchos los casos de
menores que abandonan el domicilio familiar sobre todo entre los 13 y 17 años
sin saber quien abandona a quien, los
muy pequeños quedan fuera son secuestros
parentales.
Normalmente la mayoría de desapariciones se trata de forma
voluntaria sobre todo en la etapa de la adolescencia, el enfrentamiento con los
padres, el afianzamiento de posiciones, el querer hacer algo bajo la imposición
de límites es una bomba. Siempre hay un amigo al que no le dan la lata, no
estudia, no tiene hora, no hay normas , enfrente tus padres que son un freno han pasado de ser tu mundo al centro de
todas tus quejas. Pero también hay algunos padres de los llamados “tóxicos”.
Éstos padres vienen arrastrando
problemas de afecto, sociales (alcohol,
drogas, abusos...) y todo su rabia la
vuelcan sobre sus hijos, la huida es una salvación para los menores o como en el caso de Lola su familia no
cumplía los roles establecidos (clase media, estudios superiores), la muerte de su padre fue la suya. Su padre se
llevo por delante su juventud dejo una profunda huella que le marcaría para
siempre unido a un sentimiento de culpa
por quererlo a pesar de la mala vida que
le dio y de desconfiar del amor de su marido a sus hijos como ella dice “me resulta
demasiado buen padre”. Su familia y en concreto su madre se dedico a mirar a
otro lado.
Hoy gracias a Fundaciones como ANAR (AYUDA A NIÑOS Y ADOLESCENTES EN RIESGO)
900202010 dan protección y apoyo a todo niño/as o adolescente que lo solicite.
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